jueves, 23 de mayo de 2013

El beso de un ángel.


Rafael, un niño bien educado y de modales exquisitos, aplicado en el colegio. No era un niño para nada feo, era de piel blanca, cabello rojizo y ojos impresionablemente azules como el azul del cielo en un día de invierno.  Con apenas once años había logrado ganar el primer lugar de los mini atletas matemáticos de su colegio, siempre fue adorado y elogiado por sus maestros, sin embargo, la envidia de sus compañeros era más de lo que él podía soportar. De todo el instituto, Rafael solo tenía una amiga con quien hablar y jugar a cualquier momento. Vídia siempre apoyaba a su compañero, a pesar de ser un marginado social, ella sabia que no importaba, pues cuando ella llego nueva a ese instituto, Rafael fue el único que se atrevió a hablar con la chica nueva. Ambos tenían un lazo especial, eran la única razón de las sonrisas que se trazaban en el rostro de Magdalena, la abuelita de Vídia. Era una persona notablemente mayor y cualquiera que le veía, sabia que solo duraría un par de años más antes de su eterna partida. No era persona del todo risueña, solo se le veía estar feliz cuando su nieta lo estaba. Los padres de Vídia murieron dos años después de su nacimiento, quedando así Magdalena como la única familiar de la niña.
Como los padres de Rafael vivían a una cuadra de la casa de Magdalena, ésta le permitía quedarse hasta tarde, siempre y cuando los padres de Rafael estuvieran de acuerdo, así después ella pasaría buscando a su nieta por la casa.  
Era un viernes, y ambos compañeros  estaban ansiosos por que sonara el timbre de salida para  poder ir a casa de Rafael y jugar hasta la noche. Se supone que Ricardo, el hermano de Rafael los pasaría buscando, pero, ese día su padre le había permitido venirse a ambos solos. Estaban emocionados ya que su maestra les mando escribir un cuento en parejas, y como era de costumbre, ambos se pusieron en conjunto para poder escribir aquel cuento. Al sonar el timbre, ambos tomaron sus bolsos y salieron por el corredor apresuradamente.
-Ví, sé que nunca te lo había preguntado. Pero, el día de hoy me llamo mucho la atención la mancha que tienes en el labio, ¿Qué es?
-Según, mi abuela, es una cruz. Dice que es una marca de nacimiento muy especial, y me mantiene lo más cerca posible de Dios. Sin embargo, cada vez que le pregunto mucho sobre él, se refugia en sus pensamientos y deja de contestar. Normalmente no lo hago porque se pone triste sin ninguna razón. Realmente a mi tampoco me gusta, me hace sentir rara, y sé que los niños del aula murmuran sobre ella y me hacen sentir como un fenómeno.
-Pues no debería por qué, me parece que te hace especial. Lo escuché en una de las canciones que Ricardo escucha. Todos somos hermosos a nuestra manera por que Dios no comete errores.
-Pero nos hace a algunos extremadamente diferentes. –Se le noto el rostro algo decaído al responderle.
-¡Gracias a Dios!, te imaginas, ¿ser idéntico a alguien mas?
-Sobretodo si te pareces a Rene McMoco. -Ambos rompieron a carcajadas, pues así le decían a uno de sus compañeros de clases, que tenía una muy larga lista de alergias que le producían mucha flema.
Ambos siguieron charlando y riendo hasta llegar a casa. Comieron, miraron algo de tv y luego empezaron a sacar ideas para el cuento. Vídia quería escribir sobre una niña que fuera como un ángel, que le sirviera de ayuda a muchas personas y que ayudara a los enfermos. Eso era todo lo que ella quería ser. Sin embargo, Rafael quería escribir sobre un circo de gente extraña que llegaba a ciudades y causaba estragos y desastres naturales, como una maldición cirquera. Ambos niños tenían ideas buenas para sus edades, de hecho, escucharlos hablar era algo que a muchos les causaba impresión. No hablaban como si tuvieran doce años, en diferencia a los demás niños, ellos crecieron siendo rechazados por niños de sus edades, haciendo que estos se juntaran con la mayoría de sus profesores y mayores, nutriéndose de la intelectualidad que ahora los hacía especiales. Ya entrada la tarde, ambos habían decidido hacer el trabajo luego, después de pensar y decidir que historia iban a elegir.
-Todavía nos queda tiempo para ver una película antes de que te vayas. Ayúdame a elegir una. –Sugirió Rafael, y buscaron entre unas gavetas donde su padre guardaba las películas. Sacaron de terror, comedia, románticas. Había tantos títulos por escoger, pero al final, Vídia consiguió elegir una.
- Veamos esta. Mi abuela dice que esta película es como la historia de mis padres, sin embargo, nunca la he visto.
-Está bien, a mis padres les encanta. Pero nunca me ha llamado la atención, pero si tu quieres…
-¡Ya veras que te encantara! Si mi abuela dice que una película es buena, es por que lo es.
-¿Y de que se trata?
-Creo que es de una pareja que se conoce en un crucero. Ellos se enamoran y son felices, pero mueren de una manera trágica. Claro, mis padres antes de morir me tuvieron a mí.
Ambos vieron la película. Casi al finalizar Rafa se duerme, pero Vídia ni por un momento mostro síntomas de sueño, se mostraba intrigada. Sin embargo, hubo un momento en la película en donde los protagonistas se besan. Ambos se sonrojaron y soltaron unas cuantas risas inocentes.
Ya era hora de irse y Magdalena no había llegado. Rafael le insistió a su padre que por favor los dejaran irse solos, después de todo solo cruzarían una calle. Pero este nunca dejo de negarse, pero su esposa le dijo que los dejara, que Rafael era muy cuidadoso y sabia todo lo que había que hacer para cruzar una simple calle y volver sano y salvo. El padre acepto y los dejo que fueran. Vídia tomó sus cosas y juntos salieron.
-Te imaginas que nuestra vida algún día sea como una película. –Dijo Rafael.
-Seria maravilloso, sobretodo si es una historia tan romántica como la de la película que vimos. Algún día quisiera que nuestras aventuras salieran en una pantalla de cines, y ser famosos.- Se le notaba la ilusión en los ojos de Vídia, ella siempre quiere llegar a ser una gran figura para todos.
-Dios nos dio la vida. La tarea de hacer de ella una película es nuestra decisión. Tenemos que hacer cosas grandes.
-Ya llegamos a la esquina, ya te puedes devolver. Dos casas más después de esta esquina y llego sanita.
-¿Estas segura? Por que yo debo acompañarte.
-No, estoy segura de que yo puedo sola.
-Esta bien.- Contesto Rafael. Dos segundos después los labios virginales e inocentes se encontraron con los iguales labios de Rafael. – ¿Y eso que fue?
-No seas tonto, Rafa. Fue solo un beso como el de la película. Después de todo si nuestra vida va a ser una película hay que hacerla como las reales. –Vídia no tuvo respuesta. Rafael seguía un poco desconcertado después de eso. –Mira, mejor no hubiera hecho nada. Ya hasta te pusiste tonto. ¡Hasta luego!
-¡Calmate! Y no creas eso. Nuestra película va a ser la mejor.-Dijo Rafael con una inocente y natural sonrisa en su rostro.
-Entonces, hasta luego, colega.
Rafael se dio media vuelta y en una fracción de segundo pensó en como le había gustado tanto aquel besito que le había dado su única y mejor amiga. Pensó en que algún día la vida de ambos se iba a convertir en la historia de la película. Tenia pensamientos muy profundos para su edad, pero no eran pecaminosos, solo quería ser amable y amoroso. Y vaya que su vida iba a ser como la de la película. En otra fracción de segundo Rafael escucho un alarido y un golpe, pensó que era solo su imaginación jugándole una de esas bromas de las cuales hacen que nos pongamos nerviosos y nos dé miedo cuando estamos solos. Sin embargo, al voltear a asegurarse de que su amiga estuviera bien, vio aquella imagen horrorosa y cruda que a cualquier niño le causaría muchos traumas. Pero ahí estaba Rafa, sin saber que hacer, ni como actuar. Siguió helado, por unos minutos hasta que una señora se acerco y tapo los ojos de aquel niño, pero ya era demasiado tarde, éste niño ya había observado durante el tiempo suficiente como su amiga se iba y no iba a volver nunca jamás.
Yo soy Rafael, y éste es mi cuento. Han pasado ya 12 años desde aquella tragedia y nunca volví a ser el mismo. Después de aquel acontecimiento, duraba más de la mitad del día en un psicólogo, nadie podía hacer que dijera una palabra o que pudiera hacer algo, ninguna mueca o ningún juego hacia que reaccionara. Yo aun no sabía que hacer, o que debí hacer. La tuve que haber acompañado, o tuvimos que esperar a que su abuela llegara. Nunca olvidare a esa indefensa alma jovial y activa como se había convertido en un cuerpo muerto e inútil. No podía sacarme de la cabeza el sonido del golpe de un vehículo contra aquel cuerpo de huesos frágiles, solo recordarlo hacia que no pudiera dormir, o pensar en cualquier otra cosa.
El día del velorio de mi amiga, por la noche me quede despierto y escuche como la abuela, que después de una semana murió por depresión, le contaba a mi madre que ella se esperaba que Vídia muriera a temprana edad, pues la marca de cruz que se situaba en su labio, significaba para ella que ella era un ángel. Y que los ángeles vienen a la tierra con un propósito y después de que lo cumplen, simplemente se van. Hoy en día no se si eso sea verdad. Pero de algo si estoy seguro, ella era mi ángel. El cuento que debimos entregar, no lo entregue para la fecha pautada pues me sacaron del instituto y me inscribieron en otro. Hace algunos años atrás busqué a la profesora que nos encargó hacer el cuento, y le entregué un cuento, el más especial de todos. El cuento se trataba de Vídia, y se basaba en la idea de Vídia. Una niña que era como un ángel y que ayudaba a todos. Me mantenía feliz a mí ante cualquier situación, mantenía feliz a mis padres por ser la única amiga y compañera que tenia, y era la única felicidad de su abuela, por eso quizás murió, ya no tenia ninguna razón por la cual vivir, pues todo lo que ella quería y adoraba, estaba muerto. Por eso ella era la niña ángel que ayudaba a otras personas.
La profesora se mostró desconcertada, sin embargo, insistí en que la leyera y que me diera un puntaje, que era todo lo que yo quería ahora. Al día siguiente después de eso me dijo que pasara por su casa después de clases recogiéndolo. Cuando lo hice, me dio sus condolencias y me dijo que la nota que se encontraba en el cuento era la nota de nuestras vidas, era la nota de nuestra posible película. En la portada del cuento estaba marcado un veintiuno sobre veinte. Era más de la nota perfecta.
Nuestra historia fue corta, sin embargo, perfecta. Y he escrito un libro sobre nosotros, y gracias a Dios logró ser publicada y ha logrado ser un Best-seller, y lo más importante, tu y yo tendremos nuestra película, le ha encantado tanto a todo el mundo que han decidido hacer una película inspirada en nuestra corta y triste historia. Hoy me encuentro en tu lugar de reposo hablando contigo como si estuvieras aquí, y sé que lo estas, después de todo siempre estas conmigo, tu eres mi ángel guardián. Y prometo venir todos los sábados a leerte nuestro libro, y cuando termine lo volveré a leer, y así seguiré hasta estar a tu lado algún día y poder leerlo juntos.

Te extraño mi pequeña ángel.

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